Espectáculos
Antonio Larreta
"No soy de hacer balances"
Hoy a las 21 h en Punta del Este tiene lugar la ceremonia de clausura del XII Festival Internacional de Cine, con la exhibición de la elogiada película "La ventana", de Carlos Sorín, que todavía no se estrenó en Uruguay. En la oportunidad se rinde un homenaje a Taco Larreta, protagonista del film.
Sorín no quería que trabajáramos con los libretos, incluso nos los había secuestrado. Yo tenía un libreto y un día no lo tuve más, y me di cuenta que lo tenía él, en el cuarto de baño, o no sé dónde". Con esta frase Larreta sintetiza el particular modo de trabajo del director argentino, que durante casi dos meses lo hizo transitar por un rodaje de gran exigencia física y artística.
Y el trabajo le valió la pena, puesto que La ventana, ganadora del premio de la crítica en el último festival de Valladolid, le permitió realizar un tipo de interpretación que él describe como "una técnica distinta, que me obligaba a olvidar todos los resabios del teatro. Yo estaba muy encasillado en una técnica de actor, que la había utilizado toda mi vida, como actor y como director. Y de repente fue para mi muy desafiante y muy satisfactorio sentir que yo estaba a disposición del director".
La película relata la vida de un estanciero octogenario que se ve obligado a guardar reposo, mientras espera la llegada de su hijo del extranjero. Pese a su ritmo pausado, el film (que hoy se presenta en la Sala Municipal Cantegril con la presencia del director), le demandó a Larreta algo más que talento: "Había muchos exteriores y hubo momentos duros, en los cuales atravesaba campos, caminos áridos. Incluso, y esto a Sorín no se lo dije, tuve en el rodaje un accidente en el pie izquierdo, que me llevó dos meses de recuperación".
Carlos Reyes
- Hoy le rinden un homenaje más. ¿Qué significan para usted los homenajes, a esta altura del partido?
- Una obligación, un reconocimiento, no puedo menos que decir una alegría, aunque yo soy bastante hosco y poco propenso a responder debidamente a lo que significa un homenaje. Tengo que mentalizarme que un homenaje implica un reconocimiento, y que hay que agradecerlo, y disfrutarlo.
- ¿Qué le pareció la película?
- No queda muy bien que lo diga, pero quedé muy contento. Trabajé durante casi dos meses y el resultado para mí era una incógnita total. Sólo la fe que tenía en el talento de Sorín me hacía pensar que iba a salir muy bien, porque no tenía referencias, porque mi experiencia de actor cinematográfico es muy corta. Y bueno: cuando vi la película quedé muy impresionado. La vi como un espectador, no me sentí ni siquiera fotografiado, pero quedé satisfecho con la astucia y el talento con que me había utilizado el director. Yo me había puesto en manos de él y había renunciado a toda intervención: en ningún momento le hice una sola pregunta.
- Pero en un momento pensó en abandonar el rodaje.
- Sí, eso fue un episodio cortísimo y divertido. Cuando empezó el rodaje, un día le pedí a la asistente de Sorín para entrevistarme con ella. Y le dije que ya había hecho las valijas, que me iba porque no podía, o no sabía hacer lo que Sorín quería que hiciese. Yo había empezado a hacer las valijas como una manera de aceptar que no podía hacer el trabajo. Pero esa chica tenía mucha cancha, y terminó convenciéndome, de que no me fuera, de que tuviera un poquito más de paciencia.
- ¿Y cómo salió de esa situación?
- Al día siguiente, el rodaje empezó a las ocho de la mañana, y fue una cosa como mágica: de repente me di cuenta de lo que quería Sorín. De cuál iba a ser la relación entre el director y el actor. Y una vez que descubrí cuál era su punto de vista, la cosa fue prácticamente delicia.
- ¿Cómo es el modo de trabajar de Sorín?
- Es muy difícil. Es un hombre con las ideas muy claras. Al principio yo estaba un poco desconcertado, pero fue muy satisfactorio darme cuenta que yo tenía una plasticidad que no me atribuía naturalmente. Y una vez que rompí esa barrera, ese miedo, trabajé con absoluta comodidad. Por otra parte, los rodajes eran muy largos, sobre todo por los trabajos de iluminación, que se hacían escena por escena: de pronto se trabajaba el día entero, para unas pocas tomas.
- Pasando a otro asunto. ¿Qué balance hace del remate que hizo de sus muebles, que fue tan sonado?
- Esa para mí es historia pasada. Fue un momento que tomé la decisión, de la cual no me arrepiento. El saldo fue positivo: desfilaron por mi casa más de dos mil personas, y aunque lógicamente no todas compraron, el remate cumplió generosamente mis expectativas. Yo no esperaba tanto. Y un día estaba sentado ahí, con la idea de vender la casa (porque todo lo del remate culminaba con la venta de la casa) y me dije, ¿por qué la voy a vender? Y como del remate había tenido una compensación económica, para mí importante, me dije que no la vendía. Entonces me puse a reconstruirla: salvo una lámpara, o un cortinado, lo demás lo compré todo de nuevo... en remate.
- Otro cambio grande fue el fin a su carrera de columnista.
- Sí, con nostalgia. La clave de que haya terminado es que a mí se me compensó desde el punto de vista económico, al acogerme una serie de leyes de ayuda del Estado. Yo estoy muy limitado desde el punto de vista económico: no estoy pidiendo limosna, pero esas ayudas me solucionan una base económica. Es tan simple como eso. Y claro, esas ayudas estatales me comprometen a no trabajar.
- ¿Qué balance hace de su trabajo como columnista?
- Yo no soy de hacer balances, pero si tengo que hacerlo, creo que rescataría algo: incluso me parece que me voy a decidir y voy a rescatar parte de ese trabajo, para volver a publicarlo.
- ¿Tiene algún otro proyecto editorial?
- Tengo un compromiso con la Sociedad de Autores Española, que se portó maravillosamente bien conmigo. Yo no estoy en Agadu: seguí siempre con la SGAE, y cuando estuve en España, fui a ver a su presidente, Teddy Bautista, que transformó esa asociación en una potencia. Me parecía que era una obligación rendirle un homenaje, y él lo transformó en un homenaje a mí: convocó a muchísimos escritores, músicos, algunos viejos amigos, y fue una especie de fiesta. Y me hizo un ofrecimiento, poniendo a mi disposición la editorial que tienen. Yo agradecí, y dije que quería publicar algo sobre mi vínculo con España y la importancia que tuvo en mi carrera haber vivido allá.
- En concreto, ¿sobre qué temas?
- Entre otras cosas, sobre la vinculación de mi trabajo con el teatro español. Yo en España trabajé más en cine que en teatro, pero de hecho mi carrera aquí está enormemente ligada, por ejemplo, a García Lorca. El arranque de mi carrera lo hice con la obra de Lorca, como actor y sobre todo como director. Yo fui el primero que hice Lorca con actores uruguayos, porque se pensaba que solamente con actores españoles se lo podía hacer.
- Usted con Margarita Xirgu tuvo una relación difícil.
- No, yo le tenía una gran admiración. Empecé siendo un fan de la Margarita que descubrí a los 18 años, en el Teatro 18 de Julio, en las primeras temporadas que ella hizo acá. Fueron temporadas inolvidables: fue como una revelación, me impactaron enormemente, tanto que la vinculo mucho a mi propio descubrimiento del teatro, como arma, como profesión.
- Pero luego la relación no fue tan buena.
- Bueno, cuando ella estuvo en la Comedia Nacional yo era crítico, y en algún caso fui un crítico muy severo con alguna cosa que ella hizo, es decir, siempre partiendo de un respeto original, si se quiere. Hubo un caso en el que fui durísimo, y no me alegro de haberlo sido. Fue cuando hizo Macbeth. China (Zorrilla) siempre me dijo, `debiste contar hasta diez`. Creo que en el fondo tenía razón, si hubiera contado hasta diez, no hubiera sido tan duro.
Un encuentro insólito con la exitosa actriz Carla Peterson
"Es una muy buena actriz y lo que hace en televisión es un éxito enorme y es una delicia", comenta Larreta sobre Carla Peterson (LaLola), con quien tuvo un encuentro curioso: "Sabía que ella iba a trabajar en la película, pero la habíamos rodado casi toda y ella no aparecía. Tanto que pensé que la habían sustituido. Y el encuentro fue pintoresco, porque yo no sabía que ella había llegado, y un día, como mi personaje en la segunda mitad de la película se pasa en la cama, casi moribundo, yo a veces dormía, mientras los técnicos trabajaban durante horas. Ese día me despierto y siento una voz: abro los ojos y veo a una mujer joven, bonita, que me está hablando. Y me pregunto, qué hace esta mujer ahí. Y de pronto veo que los técnicos se ponen nerviosos y me señalan que no diga nada. Y me doy cuenta que estaban rodando, que la cámara estaba a mis espaldas. Ese fue mi descubrimiento de ella, y pese a que estuvo poco en el rodaje, terminamos muy amigos".
Fuente: elpais.com.uy/090425/pespec-413101/espectaculos/-no-soy-de-hacer-balances-
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