Sofía Elliot:”Admiro a Carla Peterson”
Por Malen Lesser*
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Fue premiada por su rol en Vidas Robadas, pero su vocación nació con ella hace 28 años. A los 15 tuvo su primera oportunidad en Escalera a la Fama; más tarde trabajó en México, estudió en Inglaterra, hizo cine y volvió. No se equivocó: hoy las oportunidades le sonríen. Híper gestual, talentosa, efusiva y con la chispa necesaria para brillar. Así es en la vida real: risueña y divertida, lo opuesto al personaje de ficción que la hizo famosa (Juliana, un rol dramático en la tira sobre el tráfico de personas que interpretó junto a Soledad Silveyra y Jorge Marrale).
Sin embargo, su suerte no fue siempre la actual. Corría el 2000 cuando la actriz contrajo escherichia coli con alcances graves. Pasó un mes en terapia intensiva y estuvo cerca de la muerte. “Aquel fue el punto de inflexión para un cambio de actitud. Decidí que a partir de ahí, por más que tuviera miedo o vergüenza, iba a respetar eso que el corazón nos dicta que hay que hacer. No esperé más que la vida me pasara y salí a buscarla, a celebrarla en cada pequeño acto“, confiesa.
Así fue como se lanzó, “de caradura” según ella misma, a participar en Escalera a la Fama, una certamen televisivo de canto, donde quedó finalista. Luego le ofrecieron trabajar como cantante en una banda de México y, unos meses después, viajó a Londres para estudiar en la escuela de teatro Method Studio. Antes de volver a Buenos Aires, se dio el gusto de aparecer en la pantalla grande en América, la aclamada película de la española Amancay Tapia.
Apenas pisó suelo argentino no perdió el tiempo. Montó una escuela de comedia musical donde une su amor al canto y a la actuación con su deseo de ayudar a otros jóvenes a crecer como artistas. “Fui a Pol-ka muchas veces a tirar curriculums sin éxito“, cuenta. No obstante, se le dio la oportunidad: Juan Palomino la presentó a la productora y allí obtuvo su primer papel en la tira ½ Falta.
Con sólo 3 años en tevé y luego de haber participado en uno de los capítulos de Televisión por la Identidad, le llegó su momento. “Fue fuerte porque Vidas Robadas tenía un horario central, era una trama pesada y real y mi personaje era muy dramático, por ello llamó la atención de los productores y el público. Estoy feliz de que tanto trabajo valiera la pena“, asegura.
La pasión por el escenario y lo corporal se vinculan, además, con la inquietud física que reconoce en sí misma desde siempre. “Desde chiquita practico deportes, hice tela, trapecio y acrobacia. Tengo una veta muy deportista y mucho conocimiento y manejo de mi cuerpo“, explica. Aunque admite que le importa lo estético, cuenta que sus motivos para el ejercicio están, paradójicamente, más vinculados con lo mental. “Te ayuda a descargar y a renovar energía; para mí es vital. Soy fanática de Pilates porque es súper completo y no te lastima como actividades más agresivas, con pesas o movimientos más bruscos. Si pudiera, lo haría dos veces por día“, afirma.
Si de look se trata, no adhiere a un estilo en particular. “Cambio, me gusta jugar. Disfruto de vestir un corset bien ajustado, botas altas y un make up de mujer fatal, pero también de prescindir de los accesorios, calzar unas chatitas, pollera de jean y remera blanca a cara lavada“, ejemplifica. Como referente a la hora de proponer un estilo y por supuesto, a la hora de la actuación, elige a Carla Peterson. “Me parece una actriz súper preparada, histriónica y centrada… todo eso lo refleja en su look“.
*Entrevista publicada en la Revista Luz